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Energía reactiva, activa, pasiva y aparente: qué son

Energía reactiva, activa, pasiva y aparente: conoce las diferencias 

En el mundo de la electricidad, existen diferentes tipos de energía que juegan roles esenciales en el funcionamiento de los hogares, oficinas e industrias. La energía aparente, por ejemplo, se distingue por su peculiaridad, como te explicaremos más adelante. Pero, para entenderla, también necesitas conocer la energía activa, reactiva y pasiva. Cada una con su identidad única, estas variantes nos dan una imagen completa de cómo fluye la electricidad y cómo se consume. 

En nuestra vida diaria, estas formas de energía están constantemente interactuando y afectan tanto el rendimiento de nuestros dispositivos eléctricos como el importe de nuestra factura de la luz. Con un mejor conocimiento de estos tipos de energía, es posible usarlos de manera más eficiente y rentable

¿Qué es la energía reactiva? 

 

Se trata de una especie de energía inactiva que se genera en los circuitos eléctricos cuando interactúan con dispositivos que tienen bobinas o condensadores, como motores, transformadores o incluso bombillas de bajo consumo. Aunque esta no realiza un trabajo útil en sí misma, es necesaria para el correcto funcionamiento de estos dispositivos. 

Sin embargo, un exceso de energía reactiva puede causar pérdidas en la red eléctrica, sobrecalentamiento de los equipos e incluso incrementos significativos en la factura de luz. 

¿Qué es la energía activa? 

 

Si bien la energía reactiva es necesaria para que los dispositivos funcionen, la energía activa es la que efectivamente realiza el trabajo. De hecho, es la que usan todos tus electrodomésticos para funcionar, desde la nevera hasta el televisor y el ordenador. En términos más técnicos, es la parte que se convierte en otro tipo de fuente energética, como calor, luz o movimiento. 

Imagina que tu hogar es un coche. La activa sería el combustible que hace funcionar el motor y permite que el coche se mueva. Se mide en kilovatios hora (kWh) y es la que se refleja en tu factura de electricidad. 

¿Qué es la energía pasiva? 

 

La energía pasiva, aunque no está directamente relacionada con la electricidad como la activa y reactiva, juega un papel fundamental en nuestra vida diaria, y es especialmente relevante cuando hablamos de eficiencia energética y sostenibilidad

Se refiere a la energía que se aprovecha del entorno, de forma natural y sin necesidad de mecanismos activos para su funcionamiento. Un ejemplo es la energía solar pasiva, que utiliza la luz del sol para calentar o iluminar los espacios interiores, lo que reduce el consumo de forma considerable. 

Piensa en una casa con grandes ventanales que permiten la entrada de luz natural durante el día. Este diseño aprovecha los rayos del sol para iluminar el interior, lo que disminuye la necesidad de usar lámparas durante el día. Además, en climas fríos, estas mismas ventanas provocan que la radiación del sol caliente los interiores para reducir así el uso de la calefacción. De esta manera, disminuye la demanda de electricidad y, por lo tanto, las facturas y el impacto en el medioambiente. 

¿Y la energía aparente? 

 

Este término se utiliza para describir la combinación de energía activa y reactiva en un circuito eléctrico

Esencialmente, es la suma de la activa y reactiva. Sin embargo, en el mundo de la electricidad dicha suma no se realiza de manera simple, sino mediante un cálculo vectorial que tiene en cuenta la fase entre la corriente y el voltaje. Se mide en kilovoltamperios reactivos (kVA) y es la capacidad total de energía que un sistema eléctrico puede suministrar. 

Para que lo tengas un poco más claro, podemos hacer una analogía con una jarra de cerveza: el líquido sería la energía activa, mientras que la espuma se correspondería con la energía reactiva. La unión de estos dos componentes forma el total de la cerveza (energía aparente). 

Principales diferencias entre la energía reactiva, activa, pasiva y aparente 

 

Ahora que hemos analizado el significado y características de cada tipo, es importante tener claras las diferencias entre la energía activa reactiva y aparente.  

En primer lugar, la activa es la energía útil, la que se convierte en otras formas como calor, luz o movimiento. Es la que realmente consumen los electrodomésticos y otros dispositivos. 

Por otro lado, la reactiva no lleva a cabo un trabajo útil directamente, pero es necesaria para el funcionamiento de los equipos que tienen elementos inductivos o capacitivos. 

La pasiva no está relacionada con la electricidad, sino que se refiere a la energía que se obtiene de forma natural del entorno, como la luz y el calor del sol. Se trata de una fuente energética sostenible y eficiente que reduce el consumo de potencia activa. 

Por último, la aparente es la combinación de la energía activa y la reactiva en un circuito eléctrico, es decir, la capacidad total que puede suministrar un sistema eléctrico. 

Cómo afectan estas energías en la factura de la luz de tu negocio 

 

En mayor o menor medida, todos estos tipos de energía influyen en el importe de la factura eléctrica en tu negocio. La activa, por ejemplo, es la que se mide y se cobra en la factura de la luz. Por ello, cuanto más eficientemente utilices tus dispositivos eléctricos, menor será tu consumo. 

Por otro lado, el uso inteligente de la energía pasiva tiene la capacidad de reducir el consumo de la activa y, por lo tanto, los costes de electricidad. Por ejemplo, un buen diseño arquitectónico que aproveche los rayos del sol minimiza la necesidad de iluminación artificial. 

Por último, la gestión eficiente de la energía aparente, mediante el equilibrio de la energía activa y reactiva, también contribuye a reducir los costes de electricidad. En este sentido, herramientas como los grupos electrógenos pueden resultar muy útiles para disminuir el consumo eléctrico en negocios. 

Esperamos que este artículo te haya proporcionado una visión más clara de estos conceptos. Te invitamos a explorar nuestro blog para saber cómo puedes optimizar el uso de la energía en tu hogar o negocio. Recuerda que aprovechar la radiación solar para procesarla y convertirla en energía eléctrica no solo beneficia a tu bolsillo, sino que también contribuye a un planeta más saludable.