Como consumidor, es esencial que tengas conocimiento acerca de cuestiones que influyen directamente en tu suministro eléctrico. Esta es la base para gestionar y comprender mejor tus facturas y, por lo tanto, tus gastos. En esta ocasión, queremos hablarte de la instalación trifásica en la vivienda y de su versión monofásica.
Este 2023 ha supuesto una mayor estabilización en el precio de la luz, según IDAE. Como consecuencia, muchos clientes han percibido una menor volatilidad, lejos de las constantes fluctuaciones con las que cerramos el año. Por este motivo, creemos que es la mejor oportunidad para que empieces a entender conceptos relacionados con este ámbito.
En primer lugar, es importante que entiendas dos conceptos clave:
Las instalaciones monofásicas son las que solo tienen una fase y una corriente alterna. Están pensadas para sitios de pequeño o mediano tamaño, con un volumen normal (no demasiado grande) de dispositivos o electrodomésticos. Por ello, estos montajes son los más empleados en viviendas u hogares unifamiliares en general.
Ahora bien, ¿qué potencia hay en este tipo de espacios? Dependerá siempre de la tensión normalizada:
Con independencia de esto último, podríamos ver una casa de grandes dimensiones que tuviera la opción monofásica. Esto se debe, por lo general, a que simplifica el suministro al hacer que todo el flujo de electricidad pase por una única fase.
La instalación eléctrica trifásica, por su parte, cuenta con un mayor rendimiento técnico, lo que permite vincular un número más amplio de máquinas o dispositivos. Está pensada para un uso más exigente como, por ejemplo, naves industriales o edificios comerciales.
Es aquella que está distribuida en tres fases y tres corrientes alternas. De este modo, la potencia está clasificada en tres niveles, aunque han de tener 15 kW por obligación legal, como mínimo. Respecto a la tensión, varía entre 380 o 400 V, una cantidad bastante más elevada que la que se esperaría para una vivienda.
Si no sabes qué tipo escoger, no te preocupes, te ayudaremos a determinarlo con base en la potencia. Nuestro primer consejo es que consultes este valor en tu factura, concretamente, en el campo de la contratada. De este modo, averiguarás qué es capaz de soportar el suministro que tienes y, por lo tanto, no sufrirás un exceso de tensión.
Por otra parte, hay otra clave que debes tener en cuenta, que son tus dispositivos de tu vivienda. Revísalos para descartar que sean monofásicos (una cuestión que, por otro lado, es muy frecuente). Lo sabrás porque la potencia máxima que indican en la etiqueta o en la ficha técnica es de 220 V. Comprueba antes que nada los electrodomésticos que consumen más.
Hemos visto cómo puedes averiguar si un electrodoméstico pertenece a uno u otro tipo. Respecto a las diferencias, la principal es el motor, que es relativamente más grande en los trifásicos, con un valor de 380 kW, de media. También el consumo energético suele ser mayor. Por ello, ten en cuenta que el cambio a monofásica es posible que te resulte rentable a medio plazo. La razón es que necesitarás efectuar una inversión inicial que suele rondar los 400 - 500 euros, según Certicalia. Dependerá siempre de tu gasto energético (es importante que sepas cuántos kWh consume una casa).
Solo nos queda hacer referencia a una cuestión que se te habrá pasado por la cabeza: ¿cómo cambiar de instalación trifasica a monofásica? La realidad es que no resulta tan complicado como te podrías imaginar. Empieza por ponerte en contacto con tu compañía comercializadora de electricidad (la encontrarás en la factura). Luego, debes seguir estos pasos:
Has podido ver cómo la instalación trifásica en una vivienda es una opción estupenda si necesitas bastante potencia. Más allá de ello, la seguridad es un aspecto en el que también destaca y que, por su puesto, se debe convertir en irrenunciable para ti. Respecto a los precios, no te preocupes, pues con nuestras tarifas lograrás el ahorro que buscas.
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